Hemos vivido una Eucaristía, y con ello hemos celebrado la presencia de Jesús en nuestra comunidad. Modelos de vida evangélica como Teresa de Lisieux nos motivan a seguir construyendo en el mundo su reino de amor. Teresa dice en sus escritos: QUIERO AMAR Y HACER AMAR AL AMOR, ASÍ COMO YO LO AMO. Nosotros jóvenes estamos también invitados primero a amar a este Dios capaz de responder a todas nuestra inquietudes y a vivir también el mismo ardor de Teresa de Lisieux para que otros jóvenes conozcan a este Dios y lo amen, por eso es Jesús, quien al terminar esta Eucaristía, nos envía a hacer esto en el mundo de hoy.
Como símbolo de que todos somos enviados y desde la protección maternal de María, hemos recibido una rosa, símbolo también de la lluvia de rosas que prometío derramar la patrona de las misiones, la que consiste en llevar la belleza de Dios a toda nuestra existencia, y que hemos acogido para también hacerlo palpable en nuestro mundo.
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